Esta es la entrevista de José Manuel:
Nací en Sevilla, que marca mucho: los sevillanos somos pésimos emigrantes.
Casado; tres hijos ya crecidos, gracias a Dios.
El caballo da satisfacciones que no da una moto.
Llevo 25 años cantando sevillanas y saco disco.
Correr despacito
Me siento un poquito menos desgraciado cuando pienso que esos consumados jinetes cabalgan gozosos los arenales de El Rocío; los arroyos de Grazalema; las dunas de Doñana; las cuestas de Ronda o las nieves del Veleta pero pendientes del reloj y el GPS
¿Soto me cuenta que los españoles se pierden más?, así que, cuando hablamos en Sevilla, le propongo que, además del raid, organice un paseo andaluz a caballo para principiantes sin prisa, que es el mejor modo de llegar más lejos en estos tiempos que corren.
La verdad es que he tenido oportunidades de arrepentirme de organizar el Kaliber: temporales de lluvia que acaban siendo inundaciones; jinetes que se pierden y retrasan la competición; enfermedades, accidentes e incidentes...
Veo que no ha aprovechado ninguna.
Se me pasa cuando veo a un jinete que llega a la competición con lo justo en el bolsillo y duerme junto a su caballo, metido en un saco sobre un montón de paja en cualquier establo de la ruta; hermanados los dos por el agotamiento... Felices. Me recargo las pilas.
También habrá buenos hoteles.
Por supuesto, y de cinco estrellas, para señores, de todo hay, que se traen servicio y mozos de cuadra. Pero los míos de verdad son los participantes que ahorran todo el año para mantener el caballo y pagarse el transporte hasta aquí. Esos son los que el día que acaba el raid lloran y se te abrazan.
¿Por qué tanta emoción?
Porque se crea una complicidad única.
Las motos tienen sus incondicionales.
El caballo te da satisfacciones que jamás sentirás sobre un trozo de hierro. Es compañero fiel con el que compartes cada vivencia del camino y conectas de un modo ancestral en algo muy profundo que nos une en la genética desde que existimos como especies.
Tal vez al caballo no le apetezca tanto...
Son como nosotros. La rutina los desmotiva. Por eso este raid es tan diferente de los demás, que suelen ser carreras en bucle, en forma de margarita, pensadas para comodidad de los controles veterinarios y asistencias.
Dar vueltas no es muy motivador.
Con motos no importa, pero a los caballos les aburren los circuitos. El caballo, como el jinete, necesita una ilusión de trayecto.
¿Cómo lo sabe?
Porque cuando se abre en un recodo del camino ante el caballo un paisaje nuevo, yergue las orejas y aviva el trote. Se alegra.
Los jinetes supongo que también.
Nadie olvida una cabalgada por Doñana al amanecer entre arena, viento y agua.
Agua, creo que ahora mismo les sobra.
Ha sido y es un inconveniente, la verdad. Sufrimos en el Sur años de lluvias como no se recordaban. Y en esta edición me temo que, también por las lluvias, vamos a tener que modificar el trayecto de nuevo; pero el espíritu seguirá ahí, bien sequito.
¿Cuántos jinetes se apuntan?
Alrededor de medio centenar. Tenemos habituales, como tres amigas alemanas que se cogen una semana de vacaciones y se pagan entre todas el alquiler de un camión hasta Sevilla con sus monturas para todo el raid.
Veo que hay afición.
Fiel. Son 500 kilómetros que esperan durante todo el año a participantes que vienen de todo el mundo. Y la mayoría repite.
Por ejemplo.
Tenemos desde una catalana, Yvette, que creo que este año cumple 11 añitos, hasta un señor colombiano que pasa de los 72.
¿Cómo son los ganadores?
Los mejores para raid suelen ser los caballos árabes pequeños y resistentes...
Me refiero a los jinetes.
Tenaces y motivados. Algunos, muy competitivos. Un corredor francés, por ejemplo, tuvo una arritmia en la penúltima jornada...
Mejor dejarlo.
Pues, aunque lo hospitalizamos, insistió en continuar y firmó una descarga de responsabilidad para saltarse la prescripción médica de descanso, y siguió en carrera.
Son ganas.
Sufrió un infarto el último día, pero logró llegar el segundo y se recuperó. El Kaliber es un raid que da sorpresas. Fíjese en Hermes, un caballo de polo demasiado grande...
¿Para qué?
Para el raid. Ya le he dicho que mejor si son pequeñitos y árabes; pero él era inglés y grandote. Y, sin embargo, Hermes es todo corazón. Tanto, que ya ha ganado dos veces.
Un gran corazón puede con todo.
Hasta con los años. Hermes sigue siendo invencible a los 17, cuando para un caballo de raid lo mejor es tener alrededor de 12 años.
¿Se pone al límite a las monturas?
Los controles veterinarios les toman el pulso para que no se pasen las 60 pulsaciones.
¿La mitad que una persona?
Más o menos. En reposo, el caballo debe estar sobre las 30 pulsaciones por minuto.
¿Va mucho curioso a mirar el raid?
Y tratantes. El mundo del caballo atrae también a quien intenta ganarse la vida con en él. Traen un ejemplar y lo montan en carrera para demostrar su valor y venderlo.
¿A quién?
Les gustaría que fuera uno de los compradores árabes, que llegan a pagar fortunas por un campeón.
¿Van muchos?
Los árabes mueven el mercado, pero buscan otro tipo de monturas: animales fogosos de arrancada a los que llegan a reventar en el desierto para ganar apuestas millonarias. No son la clase de caballos que acaban bien un raid. Por eso, tal vez algún árabe se deje caer, pero no para comprar.
¿Su caballo favorito?
Bulería fue una yegua que compré cuando la llevaban al matadero por bronca e intratable. La verdad es que tenía genio.
¿Le supo usted ver la gracia?
Sí, porque es algo muy personal lo que surge entre tú y un caballo. Aparte del buen precio que suponía para el comprador su mal carácter. Bulería ganó en solitario el raid del 2008.
Saludos de Gabriel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario