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sábado, 30 de noviembre de 2013

Crónica del I Raid Hípico a mi la Sufrida por Andex-La Valiente 2013. Y de las Bicis.




Esta mañana del sábado día 30 de Noviembre de 2013, se ha corrido el I Raid Hípico a mi la Sufrida por Andex-La Valiente 2013, que ha organizada este nuevo Comité Organizador que encabezado por Oscar Pajares y un gran equipo de colaboradores,  que desde la milenaria Santiponce y a los pies de Itálica, han salido los participantes de este I Raid Hípico la Sufrida 2013, que junto con corredores en bicicleta, a pie y un sin fin de participantes en la modalidad de dualón (10Km a pie, 50Km en bici y vuelven a correr a pie otros 10 km), Montanbaik corto de 58Km y largo de 80 Km, así como otras dos o tres pruebas más de tipos de corredores, han sido los acompañantes de este singular Raid, que me recuerda mucho a aquel Raid Hípico de los 101 Km en 24 horas en Ronda, que corrí en la versión en que los caballos acompañaron a las distintas modalidades de corredores y marchadores, con unos avituallamientos típico de estas pruebas, a los que no estamos acostumbrados en nuestros típicos raid.
Todo muy bien organizado por Oscar y su equipo técnico y que nada más llegar al polideportivo de Santiponce, se nos presentó un coordinador, Rafael y una secretaria para la mesa de inscripciones y a la pregunta de !Sois los de los Caballos!, fue la presentación de nuestro coordinador y que nos ha acompañado durante todo el tiempo de la carrera, solucionándonos, todos los detalles del curso de la carrera. Todo esto sucedía bien temprano, aun de noche y que cuando empezaba a clarear el día se nos presentaba una fresquita mañana de carrera.
Empezaron a llegar los jinetes participantes en este I Raid Hípico La Valiente 2013,  pocos, para tanto despliegue de medios y más si lo comparamos con el numeroso grupo de corredores y ciclistas.
En el Raid de Iniciación salen tres binomios. 
En el raid de Promoción 40, salen otros tres participantes, que todos llegan al primer Vet-Gate en la Cruz de la Mujer en Guillena, donde finalizan los primeros de Iniciación, clasificandose los tres.
Empiezan las salidas desde Guillena para por el Camino del Esparragal recorrer esta fase de la carrera y llegar hasta la Hacienda Torreón Nazarí,  en las afuera de Gerena, clasificandose todos  los participantes del promoción.
Desde esta Hacienda, Torreón Nazarí, con su típica torre azul, sale el único participante del Raid de Promoción de 60Km, para recorrer los últimos 28 km que le llevaría hasta las cercanías de Itálica en su Pabellón Municipal donde estaba instalada la META. Tras haber recorrido en solitario esta tercera fase, se clasifica en este I Raid Hípico A mi la Sufrida por Andex-La Valiente 2013.
 
La zona de Meta, es una fiesta de todos los participantes en esta carrera de distinta  pruebas deportivas, donde se felicitaban y abrazaban unos y otros tras este gran esfuerzo. Todo era animado por un electrizante speaker Pedro Alfonso, que entrevistaba, animaba, felicitaba a los participantes y hacia más agradable la espera de los más rezagados, pero no por eso menos celebrados.

Con una comida para todos los participante, se despiden los caballos, y siguen los corredores de todas la modalidades atléticas con la entrega de premios y felicitaciones por el trabajo realizado. A los jinetes ya se les dio un recuerdo con su bolsa cuando se inscribieron.
Felicitar al Comité Organizador por la labor realizada y a la espera que el próximo año se afiance esta prueba dentro del calendario.
Saludos de Gabriel.

Hoy domingo, he leido una crónica de las bicis, de nuestro amigo Pedro Torres, caballista y Jinete de Raid, que como buen deportista, demuestra en esta crónica su afan de superación y como solventar las dificultades dentro de una carrera, lo mismo que haria en algunas de sus participaciones en carreras de Resistencia Ecuestre, la crónica es larga pero te engancha, ya lo vereis cuando termineis de leerla. 
Y tambien es un contrapunto, a un comentario anónimo de la carrera celebrada ayer, pero de todo hay en la viña del Señor.
Esta es la crónica de Pedro:
"Pedro Torres Villalón
Crónica Duatlon Cross La Valiente.
Si, lo sé. Es muy larga, pero a los que les gustan estas cosas y están enganchados a los grandes retos, a poner el cuerpo humano al límite y a sufrir haciendo deporte, les gustarán. El resto, obviarlo como otras tantas cosas en facebook.
Hacía mucho que no disfrutaba tanto en una prueba deportiva como la de ayer; Duatlon Cross de La Valiente, en Santiponce, Sevilla. 10 kms corriendo + 50 kms bici MTB + 10 kms corriendo. Y sobre todo, que no disfrutaba tanto corriendo, desde aquel día que sufrí la lesión en la rodilla hace ya cuatro años, y de la que pensaba que nunca me recuperaría. Por ello empecé con la bici, por rehabilitación y porque correr me resultaba imposible.
Estuve a punto de no poder disputarla la prueba de ayer por una sobrecarga en el gemelo externo en ambas piernas. De hecho, el lunes pasado apenas podía andar a duras penas. Pero una semana de tratamiento intensivo en las manos de “San Mani”, han dado sus frutos. El viernes por la tarde, antes de irme para Sevilla estuve en su consulta, me estuvo dando un masaje de descarga para dejarme los gemelos lo más suaves posible, y aún advirtiéndome que no debería ir, le convencí para que me dejase, ya que iba a ser la última carrera del año, y que luego prometía darle vacaciones a mis piernas.
El día de ayer empezó muy temprano. A las 06:30 h sonaba el despertador en casa de mis primos en Sevilla, donde me había quedado a dormir para evitar venir desde Badajoz el mismo día. Me levanto y voy a desayunar, una ración de arroz tres delicias que había sobrado del pedido que hicimos por la noche para cenar mi primo Luigi Villa Loni y yo. Es la primera vez que desayunaba algo que no fuesen tostadas o cereales, pero haciendo caso a mi amigo Christian K Sánchez Tejedor, el cual siempre me dice que la cena y el desayuno son fundamentales para rendir bien. Me costó desayunar eso, pero había que tomárselo sin ganas porque el día iba a ser muy largo, no sólo por la prueba, sino porque en cuanto la finalizase, tenía que coger el coche e irme a Badajoz porque a las 16:00 h tenía que estar en el trabajo, y me esperaban 6 horas de pie currando como un campeón.
Termino de desayunar, preparo todas las cosas, guardo un gel que le tuve que robar a mi primo Ignacio Muñoz porque se me habían olvidado los geles en casa, y junto con el que me dio mi amigo Emilio Merino Toro en Cáceres y que no usé, eran los dos “chutes” de gasolina que tenía para la prueba, a parte de las barritas energéticas y los tubitos de Magnesio para los temidos calambres que esperaba sufrir.
Cargo la bici en el coche y ponemos rumbo a Santiponce. Nada más entrar en el pueblo, se ve la cantidad de coches con portabicis que hay circulando en dirección al pabellón municipal, sede de todas las pruebas que se disputan: MTB corta de 58 kms, MTB larga de 80 kms, Duatlon Cross, Ultra Trail de 50 kms y Raid Hípico.
Esta última prueba, el Raid, me va a hacer sentirme hoy diferente. No sé como voy a reaccionar cuando vea los caballos allí, pasando el control previo, y esta vez no sea yo ninguno de los que esté allí. Para algunos os parecerá una tontería, pero aunque haya decidido dejarlos por un tiempo, no hay un solo día que no me acuerde de ellos. Y si encima hoy voy a competir a su lado, os podéis imaginar…
Llego al pabellón y empieza la difícil tarea de encontrar aparcamiento. Somos más de 650 atletas los que vamos a competir en las 5 diferentes pruebas, con lo que imaginaros el caos que supone acoger a tanta gente en cualquier sitio. Por fin encuentro una pequeña esquina de una calle donde dejar el coche de una manera “no demasiado ilegal” y voy a recoger el chip para el cronometraje. Al salir del pabellón e ir a por la bici para dejarla en la zona de transición me encuentro a mi amigo Jesus Perez De Acevedo, que ha venido a correr la prueba de MTB con su nueva y flamante bici. Hablamos un poco, nos echamos unas risas y nos vamos a lo nuestro. Toca calentar un poco, que la salida es en media hora.
Hace mucho frío, e inicio la carrera de calentamiento muy abrigado. Cuando quedan 5 minutos para la salida, me quito las mallas y la sudadera, y solo me quedo con los guantes, la braga para el cuello, el gorro, la camiseta térmica y el mono. Somos 164 los duatletas que nos dirigimos hacia el arco de salida y tras unas breves indicaciones, nos dan la salida para afrontar los primeros 10 kms corriendo.
La meta de hoy es sólo acabar y olvidarme de hacer un buen puesto, e intentar no sufrir mucho puesto que llevo ambos gemelos muy tocados. Empiezo la carrera muy suave, reconozco que con miedo, ya que no sé como me van a responder las piernas. Salgo en el grupo de cabeza, y en seguida me empieza a adelantar todo el mundo. Cuando no llevamos ni un kilómetro, voy en el último grupo, pero me lo tomo con calma. Cada vez que me adelanta uno, me entran ganas de seguirle, pero me repito una y otra vez que hoy sólo hay que terminar, y me acuerdo de nuevo de Emilio, diciéndome que me lo tome con calma. Las primeras sensaciones son muy buenas, aunque voy despacio, las piernas no me duelen, solo me noto una pequeña molestia, pero que si no va a más, se que podré terminar. Llega el primer repecho de la carrera, y tras casi 15 minutos corriendo, decido subir un poquito el ritmo. El pulsómetro me marca menos de 160 pulsaciones, voy perfecto, cero molestias y disfrutando. Decido dejar el grupo en el que voy y marcho hacia delante, engancho a un grupito de unos 20 corredores en esa subida, y al llegar arriba veo un pelotón más numeroso que marcha delante. Las piernas van perfectas, y me voy a por ellos, en apenas 4 minutos los cojo y recupero un poquito. Llevamos la mitad de la carrera, y no tengo ni idea en que posición voy, pero seguro que de la mitad para atrás. Calculo sobre el puesto 100. Me pongo en cabeza de ese grupo y subo un poquito más el ritmo, me noto genial y me despego de ellos. Me siguen 5 o 6 corredores y así llegamos al avituallamiento, situado a 4 kms de meta. Entramos en un camino buenísimo y se ve un rosario de corredores por delante de mi, a los cuales voy adelantando uno a uno hasta llegar a meta. Me he hecho los 10 kms en 44 minutos, un buen tiempo para haber salido tan despacio, y yendo de menos a más. En la transición me lo tomo con mucha calma, lo primero que hago es beber agua, me bebo un tubito de magnesio, me tomo el gel de mi primo Ignacio y me preparo para la bici. Casco abrochado, guantes y gafas puestas, y a dar pedales. Me han adelantado muchos en la transición, pero me da igual, ahora en la bici los cogeré. El primer tramo transcurre por una zona muy rápida de una pista extraordinaria. Las piernas van bien, y en la bici sé que no me van a doler, así es que decido darle caña y adelanto a un montón de compañeros. Es una zona llana y el cuentakilómetros no baja de 35 por hora; ¡como estoy disfrutando! Alcanzo a un par de chavales que van muy fuertes, de hecho me costo mucho cogerlos, y nos ponemos los 3 a dar relevos en una zona de toboganes. Vamos muy rápido, pero nos entendemos bien y alcanzamos a otro grupito de unos 10, que intentan seguirnos pero se quedan atrás. Llega la primera subidita, y de repente, pasa algo que no me imaginaba. Unos calambres horrorosos en el gemelo derecho. Me miro y veo perfectamente como el gemelo tiembla, a la vez que se encoje y se forma una bola justo arriba. ¡Mierda! El dolor es fuerte, y noto como se me monta o se me sube constantemente… Los dos que venían conmigo me animan para que siga con ellos, que no me despegue, que me ponga a su rueda, pero es imposible. Les digo que tiren ellos para adelante y me paro a estirar. Casi no puedo bajarme de la bici del dolor que tengo. Empiezo a estirar y a relajar la pierna, y parece que se me pasa. Sólo llevamos 12 kilómetros y empieza el calvario. Me monto de nuevo, pongo plato pequeño y empiezo a rodar suave. Me coge el grupo que habíamos adelantado, que ya vienen más dispersos y me voy con ellos. Llegamos al primer avituallamiento, bebo muchísimo y me tomo un plátano. Seguimos la marcha y de nuevo otra subida. Me pongo el primero del grupo y la hago bastante bien. De fuerzas voy sobrado, pero en cuanto que fuerzo y me atranco en la cadencia, noto que los músculos me avisan. Así es que me pongo a un ritmo fácil y continuamos la marcha con paciencia.
Las subidas se han acabado, y ahora es prácticamente llano hasta meta. Viendo esas llanuras, me acuerdo de mi amigo Mikel Valor Caballero, lo bien que me habría venido ponerme a su rueda una vez que pone la locomotora en marcha en estos rectas tan buenas para rodar. Y nombrando a Mikel, no me puedo olvidar de mis antiguos compañeros de Los Bultakos Bicycle; los dos Raules y Manu, que mejor que no hallan venido, porque con lo que nos reímos juntos, hoy no habría rendido a tope, cabrones! jajaja.
Poco a poco voy notando mejoría, y voy de nuevo subiendo el ritmo. Nos quedamos un grupito de 3 en solitario, y empezamos a rodar a buen ritmo. Parece que las piernas se han recuperado, y vamos adelantando a muchos ciclistas, hasta que en el kilómetro 40, y tras llevar algunos kilómetros rodando fuerte, empiezan de nuevo los calambres en los gemelos. Estamos a solo 10 de meta, pero decido que no vamos a forzar más, tengo que llegar bien para afrontar los últimos 10 de carrera a pie, y me acuerdo de mi primo Ignacio, cuando en su primer Ironman me dijo que antes de bajarse de la bici para hacer la carrera, metió plato pequeño para soltar las piernas y darles mucha cadencia. Así es que yo hago lo mismo, aprovechando el último tramo que es llano completamente, y empiezo a rodar suave aliviándolas en la medida de lo posible. Así llego a la última transición, sin molestias y muy bien de fuerzas. Miro el cuentakilómetros y veo que he hecho los 50 kilómetros en justo dos horas, a 25 de media y con todo lo acontecido… He ido más rápido de lo que pensaba, pero sin apenas darme cuenta.
Cuando veo la velocidad media que he hecho, recuerdo el día que estuve hablando con Diego Bellon Santos y con Luis Miguel Martinez sobre las medias que hacian ellos en Dubai cuando salían con las flacas a entrenar. Hoy os abría hechado la patita por encima jajaja.
De nuevo en la transición me lo tomo con mucha calma, nada de entrar corriendo con la bici, todo lo contrario. Entro tranquilamente andando hasta el box, mientras aprovecho para beberme el bidón entero que había rellenado de bebida isotónica en el último avituallamiento. Dejo la bici, me quito el casco y los guantes, me cambio las zapatillas y salgo andando hasta la meta de avituallamiento. De nuevo bebo, me tomo otro plátano y el gel de mi amigo Emilio. Creo que es suficiente para afrontar los últimos 10 kilómetros sin tener que parar más. Empiezo la carrera muy muy despacio, pero veo que las piernas van de lujo, casi perfectas. Solo siento la misma leve molestia que por la mañana en la primera carrera. Hacemos el mismo circuito que esta mañana, pero en sentido contrario. Los primeros 4 kilómetros son completamente llanos, y voy poco a poco a más. Me veo sobrado la verdad, en la bici no pude exprimirme todo lo que quise, y ahora lo voy a agradecer. Pronto veo al primer corredor que me precede, y subo el ritmo para intentar cogerlo. Miro el pulsómetro y voy a 170 pulsaciones, que para mi es genial. Cuando lo alcanzo me dice que va fatal, con muchos calambres, y le doy una barrita que llevaba metida en el mono. Me lo agradece, se para mientras se la come y aprovecha para estirar. Yo le digo que me pararía con él, pero que me noto muy bien y quiero apretarme corriendo. Me da las gracias, me anima y me dice que “vuele” jajaja. En seguida veo a otro que va delante, y de nuevo fijo el objetivo en él. Creo que es la vez en mi vida que más estoy disfrutando corriendo. Los gemelos no me duelen, la rodilla que me lesioné años atrás no protesta y está aguantando como una campeona, y de fuerzas me noto sobrado. Con cierta facilidad adelanto a mi segunda víctima, nada más pasar el avituallamiento. El voluntario que allí estaba me ofrece agua, pero creo que no la necesito. No he parado de beber en todo el día y voy más que hidratado. De hecho, me están entrando unas ganas de mear que no puedo, y al ratito me tengo que parar a evacuar líquidos. Como hacemos en los Raid cuando un caballo orina (por decirlo más fino), me fijo en el color, que es un perfecto medidor de deshidratación. Cuanto más oscuro, peor, porque más deshidratado está. Y con perdón de la expresión, mi meada es más clara que el agua de un manantial. ¡Estoy perfecto coño! Esa parada me da moral, porque veo que mi cuerpo no sólo no necesita agua, sino que le sobra, mi pulso está perfecto, y las piernas me responden, así es que decidí subir más el ritmo. Quedan 6 kilómetros y ahora es cuando voy a disfrutar de verdad. Veo varios corredores delante de mi, muy lejos, pero van tocados. En cada árbol o cruce de caminos voy tomando referencias de lo que me sacan, y les voy quitando tiempo a pasos agigantados, lo que me da cada vez más moral para ir a por ellos. Pronto adelanto al tercero, después al cuarto, que va realmente jodido con calambres y vomitando. Me paro con él y me dice que no me preocupe, que siga, le ofrezco un gel de frutas que me quedaba en el maillot pero no quiere, le animo y sigo a con la carrera. Empieza lo más duro, dos subidas fuertes que al inicio del día lo hicimos de bajada, y joder, que diferencia… Ahora al subirla, si noto que el gemelo me tira un poco, tengo que meter puntera para subir, y al tensar demasiado, me molesta. No se si bajar el ritmo, pero en ese momento me acuerdo del mismo que me acuerdo cuando lo estoy pasando mal haciendo deporte, de nuestro gran caballo Vikingo. Pocos caballos habrá como el, y pocos habrán sufrido y disfrutado corriendo como el. Así es que me acuerdo de mi gran caballo, que tantas satisfacciones nos ha dado y mientras que estoy subiendo el gran repecho, y noto como me duelen las piernas y el corazón sube hasta las casi 190 pulsaciones, grito su nombre y me animo a mi mismo “¡Vamos Viki, no me falles!”. Y no me falló, me da esa moral que necesito y justo al llegar arriba, casi sin aliento, me encuentro a otro corredor que va andando. Le pregunto y me dice que esta roto y fundido, que se ha desfondado. Ya he adelantado a 6 corredores que salieron antes que yo, y a lo lejos veo al que puede y debe ser mi última víctima. Quedan menos de 2 kilómetros, y me pongo a tope. Veo que estoy recuperando muchas plazas en la carrera, y eso me da alas. Veo como el de adelante, mira constantemente para atrás, y empieza una preciosa persecución. En el cartel de último kilómetro, me lleva unos 100 metros, pero si fuerzo se que lo cojo. Cierro los ojos, aprieto los dientes y me pongo a 190 pulsaciones hasta llegar a meta. Entramos en el pueblo, hacemos dos giros a derecha y otro a izquierda y allí está la meta. Lo estoy cogiendo, le estoy recortando una barbaridad, y en los últimos 100 metros le adelanto. Nos animanos los dos, y al adelantarle me saca la mano para que le choque a modo de saludo. Me dice “como me has follao cabrón”, me rió, le animo y me pongo a tope hasta meta.
Disfruto de los últimos metros antes de cruzar el arco de meta, los últimos 50 metros están abarrotados de gente aplaudiendo y animando. Se me ponen los pelos de punta, al igual que ahora al recordarlo. Joder que pasada, miro el tiempo y veo que voy a bajar de 3 horas 50 minutos. En ese momento me acuerdo de mi amigo Emilio, que hablando el día antes con él, calculábamos que haría unas 4 horas, o 4 horas y media. Voy a pulverizar el que pensaba que sería un buen tiempo.
Últimos 20 metros, y de repente escucho al speaker que estaba animando la llegada con el micro, como dice “Y aquí llega Pedro Torres, en el puesto número 25, un fuerte aplauso”. Os podéis imaginar mi cara, ¿no? La organización como tenía todo controlado, tenía el detector del chip que cada uno llevábamos, instalado unos metros antes del arco de meta, con lo cual, cuando pasábamos sobre el sensor, les aparecía el nombre de cada uno de nosotros, y el speaker lo narraba en directo.
Nada más cruzar paro mi cronometro, se acerca el speaker con el micro y me hace una breve entrevista, el pregunta y yo contesto. De dónde soy, qué tal la prueba, menudo sprint he hecho en los últimos 100 metros, como he adelantado al chaval que venía delante, y demás. Por un momento me siento importante al escucharme en los altavoces instalados en meta. Este detalle, que parecerá una tontería, es un detallazo que marca la diferencia y dice mucho del comité organizador.
Ya se ha acabado el disfrute. En otras circunstancias diría que ya finalizó el sufrimiento, pero hoy no. Hoy he disfrutado, mucho, muchísimo. Vine a esta prueba con mucho miedo y dudas sobre si la podría terminar, y cuando he llegado a meta y me dicen que he quedado en el puesto 25, no me lo podía creer.
Que maravilla, que sensación de felicidad y trabajo bien hecho. He sufrido si, sobre todo en la bici, cuando vi que no podía seguir el ritmo fuerte, esos calambres me dolieron mucho física y psicológicamente. Pero quizás gracias a ellos, y a que tuve que bajar el ritmo, pude hacer esa fantástica carrera, que me permitió adelantar 7 posiciones para meterme entre los 25 primeros de 164 participantes.
Apenas han pasado 3 minutos desde que terminé, y ahora en reposo, si que me duelen las piernas. Entro en el pabellón y me dirijo a los fisioterapeutas que allí estaban dando masajes. Les explico que me noto por momentos que las piernas se me quedan bloqueadas. Les cuento todo lo que he tenido esta semana con los problemas de sobrecarga, y me tumban en una camilla para masajearme. Nada mas tocarme los gemelos, me dice “quillo, tu has visto como tienes los gemelos?. De verdad que hace mucho que no veía unos gemelos tan saturados, están muy cargados. Has llegado al límite, ¿lo sabes verdad?”. Empieza a masajearlos suavemente, porque me dice que no puede meter mucho los dedos, ya que están demasiado saturados.
Cuando termina me pone hielo y me dice que estire pero muy muy suave.
Sin tiempo para más, me voy para el box de la transición, cojo la bici y todas las cosas que allí tenía, me voy andando a duras penas hasta el coche, con las bolsas de hielo atadas con esparadrapo. Cargo todo en el coche, y pongo rumbo a Badajoz. Tengo que darme prisa, pues tengo que llegar al campo, ducharme, comer algo e irme a trabajar, que a las 16:00 h tengo que estar en el curro. Menuda tarde me espera, 6 horas de pie batallando con los clientes…
En el coche aprovecho para llamar a Blas Manuel Guillén Benítez, Emilio y Víctor Vega García-Rojas, y comentarles como ha ido todo. Me habría gustado que alguno me hubiese acompañado en esta aventura, pero esta vez no pudo ser. A ver si para la próximas os animais.
Llegué al campo con el tiempo justo de ducharme, hacerme un mini bocadillo de jamón de york y salir pitando para Badajoz.
La verdad es que ha sido una paliza, un día más que completo. Con diversión y trabajo unidos y sin apenas descanso.
Hoy he estoy destrozado, anoche me costó mucho dormirme porque estaba tan cansado, y las piernas me dolían tanto, que no me permitían descansar ni relajarme.
Pero me vino bien para poder estar despierto y poder disfrutar de la gran carrera que había hecho, y me permitió sacar una conclusión: si he terminado en el puesto 25 de 164 participantes, saliendo muy despacio y con muchas dudas, yendo a terminar, y sobre todo haciendo una carrera de menos a más, ¿Qué hubiese pasado si no hubiese tenido problemas en las piernas y hubiese salido con los de adelante? Probablemente que habría reventado y me habrían desfondado, y yo sería uno de los que adelanté en la última carrera. Pero esto me ha dado moral para saber que, la próxima, podemos intentar ir un poquito más rápido.
Muchas gracias a todos los que me habéis animando. Esta crónica va por vosotros.
Un abrazo."

3 comentarios:

  1. Gabriel, no has llegado a casa y ya tienes una preciosa crónica publicada.
    Pedazo de blogs que tienes.
    Disculpar los posibles errores como "los de los caballos", pues sabes que lo único que se de raid y caballos es lo que he podido aprender hoy. Eso si, los queréis y cuidáis más que nosotros a nuestros participantes.
    Un estupendo día y una grandísima experiencia.

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    1. Buenas noches Rafael, ha sido un bonito día y nos habeis atendido perfectamente, no
      nos has dejado de la mano en un solo momento, solucionando todos los problemas logisticos de la competición. Esperemos que en la próxima edición tengamos más caballos y todos más trabajo.
      Saludos de Gabriel.

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  2. Disculpen, pero la organización ha resultado ser una verdadera pena. Había carencia de indicativos, muchos cruces sin señalizar y sin operarios ni protección civil; tanto es así que hemos sido muchos ciclistas los que nos hemos perdido en el recorrido por este déficit de balizas. Ha rozado la peligrosidad esta carrera. Muy descuidado todo. Aparte se da la paradoja de que ha habido corredores que han llegado a pagar hasta 43 euros por la inscripción. Todo un verdadero despropósito. El colmo final ha sido que ha habido corredores que no constan en las clasificaciones y no aparecen; otros que han realizado 80 kms en bici de montaña en dos horas (ni Indurain en sus mejores tiempos) y otros que han tenido que soportar durante la competición al coche de la organización adelantándolo por caminos estrechísimos durante 30 kms porque iban poniendo algunas indicaciones del recorrido de vuelta (estas cosas se realizan la noche anterior para no atentar contra la seguridad del deportista). En este caso el chaval al que le ocurrió eso tuvo que soportar a ese coche adelantándolo, parando, adelantándolo, parando etc...con sus consecuentes tragadas de polvo y saltos de piedra nada agrarables cuando vas a 170 pulsaciones por minuto y con la nariz y boca abiertas como una chimenea para tomar aire (en este caso, polvo). Un rotundo cero a la organización.

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