Esta mañana, mientras entrenábamos por los barbechos del olivar del cortijo de Valero, levantamos una liebre adulta, liebre que por el sitio donde la sorprendimos, es nuestra amiga de correrías, ya que hace tiempo que la levantabamos todos los días, y no se separaba mucho de nuestro camino. Los animales saben de quien se tiene que ocultar y de quien no.
Las liebres aguantan en sus camas mucho tiempo, hoy casi la pisamos, antes de iniciar una tímida carrera, para separarse de nuestra presencia.
Los pastores y hombres de campo, que recorren los campos a pie, cuando divisan una liebre encamada, no varían ni los andares ni los ruidos, ya que si se varía el tono de voz, la liebre se levanta y no pueden alcanzarlas con su garrote.
Después de levantar al liebre adulta y siguiendo con el entrenamiento por el barbecho, hemos levantado un lebrato, que este si ha corrido más que su madre, ya que no están acostumbrado a nuestra presencia.
Hoy ha sido un día de reencuentros, ya que en nuestro recorrido por el olivar, nos hemos encontrado con el olivo-higuera. Ya hace tiempo que lo habíamos perdido de nuestros recorridos, y es más, un día que mi compadre José María, vino a Sevilla y montando por el olivar, la estuvimos buscando para que viera como en una tronca de un olivo, se criaba una higuera, pero no la encontramos y creía que los taladores, la habrían eliminado, pero para mi sorpresa, se encuentra aun más grande y vigorosa. Está enclavada en la cruz del olivo, donde seguramente algún pájaro depositó un higo ó un excremento con la semilla, y lo reprodujo en ese olivo, donde se ha incorporado como un verdadero injerto.
Hoy ha sido un día de reencuentros, ya que en nuestro recorrido por el olivar, nos hemos encontrado con el olivo-higuera. Ya hace tiempo que lo habíamos perdido de nuestros recorridos, y es más, un día que mi compadre José María, vino a Sevilla y montando por el olivar, la estuvimos buscando para que viera como en una tronca de un olivo, se criaba una higuera, pero no la encontramos y creía que los taladores, la habrían eliminado, pero para mi sorpresa, se encuentra aun más grande y vigorosa. Está enclavada en la cruz del olivo, donde seguramente algún pájaro depositó un higo ó un excremento con la semilla, y lo reprodujo en ese olivo, donde se ha incorporado como un verdadero injerto.
La mañana ha sido de reencuentros, ya que un pequeño mochuelo nos esperaba posado y soñoliento en la tronca de un olivo, donde aguanto posado hasta que nos acercamos demasiado para hacerle una foto, la que no conseguimos, ya que voló a otro olivo.
Las perdices, si son más comunes, y levantan el vuelo a nuestro paso, para posarse pocos metros más lejos, ya que estarán con sus anidadas a punto de eclosionar a sus polluelos.
Mañana de entreno y reencuentros, sobre todo con las liebres, ya que son animales en periodo de extinción por estos parajes.
Saludos de Gabriel.
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