Víctor Garcia-Rayo, ha escrito en el Correo de Andalucia una preciosa alabanza al vídeo que nuestro querido amigo José Manuel Soto, (para el que no lo conozca, el hombre que ilusionó al mundo de la Resistencia Ecuestre, con la organización del Al-Andalus y posteriormente el Kaliber Andalucia, prueba de Resistencia Ecuestre, que recorría media Andalucia, enseñando no solo la belleza de una carrera de caballos, sino también la cultura, los monumentos, las ciudades, la gastronomía y todo lo bonito de Andalucia.
Todo jinete, Nacional ó de fuera de nuestras fronteras, con los que hablamos, su ilusión es correr un Al-Andalus, y nuestro amigo José Manuel, se resiste a volver a intentar esta bonita aventura de recorrer Andalucia a caballo.
Esperemos que la dichosa crisis ceda y José Manuel Soto, nos vuelva a ilusionar con este evento hípico.
Pero hoy hablamos de los elogios que Víctor Garcia-Rayo hace al caballista, poeta y cantante que es José Manuel.
Esta es su alabanza:
"La voz de José Manuel Soto es como el barro cocido de Triana,
a fuego lento, cuando la pintura ya ha cristalizado sobre la fiesta del
carbón al rojo vivo y la cerámica ya es más una realidad que un sueño.
Así me suena su voz, sevillana y misteriosa, tersa y andaluza, con una pizca de arena y mucho de temple y buen gusto. Soto canta como canta Sevilla,
amando lo que se dice, acariciando la letra y abrazando a la música.
Por eso reconocemos en su voz las cosas nuestras. José Manuel es muy nuestro, muy de casa, muy de nuestras devociones y de nuestros amores.
Es un artista sevillano que todos reconocemos a caballo, metido hasta la médula en el carril y también en la costa. Con botas de montar y descalzo, con el rostro achicharrado por el sol y
con la brisa marina metida en los huesos. Cantándole al amor con esa
ternura propia de quien conoce el amor verdadero y llorando la pérdida
de la infancia y de los primeros besos. También lo hacemos sevillano
cuando le canta al Betis y cuando nos regala esas coplas que le toman el
pulso a la ciudad más hermosa del mundo.
Yo le conozco porque lo siento aquí, en el corazón. Soto está en mi casa y en mi vida, en el coche y en el despacho.
En mi memoria y mis tatareos. En los abrazos a la mujer que más quiero y
en mis momentos de soledad. Soto es un altavoz sevillano, un trovador
de buenas nuevas, un hombre con sentimientos y con ideas, capaz de
proteger el universo clásico y dispuesto a subirse a las estrellas
fugaces más rápidas del siglo XXI y viajar sobre ellas por el cielo. Un
artistazo.
Esa garganta que le ha cantado a las puñaladas, a las caricias, a los mimos y a los suspiros,
que ha recitado memorables historias de encuentros y desamores, le ha
cantado una sevillana a la Esperanza de Triana que tiene tanto misterio
como compás, tanta verdad como dulzura. Usted debería escucharla, ahora
mismo. Búsquela en internet. ¿No ha escuchado todavía la sevillana que Soto le ha dedicado a la Esperanza de Triana? Hágalo.
Es una sevillana de incienso y sal, de vela y altamar, de clavo
ardiendo. Una confesión y un puñado de versos marineros. Soto vuelve a
poner el barro cocido de su voz al servicio de los mejores alfareros.
La Esperanza de Soto es la capitana de todos los navíos del barrio de Triana.
Guapa y dolorosa. Madre sufridora y paciente, siempre dispuesta a dar
la vida por sus hijos. Es corredentora y capaz de albergar en su vientre
todos los dolores del mundo, juntos. Y José Manuel Soto lo sabe. Por
eso se ha ido al puente, a la Parroquia de la Señá Santa Ana, al suelo y al cielo de un lugar único en este universo de la luz y del compás.
Se ha puesto delante de la Esperanza sin guitarra, sin piano, sin
partitura, sin micrófono, sin más música que su propio pecho. Y nos ha
regalado una sevillana de las que te marcan y se enmarcan. Una oración,
una confesión delante del dolor más hermoso de este planeta
La letra aún viaja por las tejas y las paredes de cal. La música de la sevillana permanece en la paz de la orilla calma de esta parte del río.
Es una preciosidad, un piropo breve y directo al corazón de la devoción
a la Esperanza. La sevillana lleva guitarra y violines, instrumentos de
cuerda y tambores valientes de la Banda de las Tres Caídas, lleva mucho
pellizco y un eco de campanas de Cava y adoquín. Lleva las alforjas de
los mariscadores y el palo de la cucaña, el cante jondo y los naturales
de Cagancho. La sevillana de Soto a la Esperanza lleva mucha Pureza y cisco de fragua. Amor
y torería, poso y pozo de agua fresca. Años latiendo en la cabeza y,
seguramente, jornadas de inquietud y pensamiento. Lleva, en definitiva,
mucha Triana.
La música de José Manuel Soto es, para mí, un remedio a la tristeza, un antídoto para el desgarro del alma.
Viene a ser, en mi corazón, como la caricia de las olas del mar cuando
paseas por la orilla y no esperas, de pronto, el agua en tus
pantorrillas.
Hoy le he rezado a la Reina del arrabal, la morena.
La misma que reconozco en la travesía de la madrugá cuando el más
pequeño de mis hijos va tocando su tambor, con las manos heladas y las
lágrimas surcando su cara, vestido de blanco, como la pureza de su
Madre. Siempre buscando la mano de la piedra. He hablado con la
Esperanza. Le he rezado escuchando la sevillana de Soto y he vuelto a reconocer mi espíritu en esa voz tersa y andaluza, con una pizca de arena y mucho de temple y buen gusto."
Este es el vídeo, de José Manuel, de las sevillanas a la Esperanza de Triana, no gastar muchos pañuelos, pero hay veces que la ocasión lo requiere:
Saludos de Gabriel.