Recuerdo las cuadrillas de segadores afanados en conseguir el máximo rendimiento con sus hoces y zoquetas en ristre y haciendo sus haces, los que se ataban con vencejos (hechos de paja de centeno atada y humedecida) que luego serian llevados a la era, para ser trillados, primero a pata y luego a trillo.
Estas cuadrillas las visitábamos acompañando a mi padre, el que al llegar al tajo, los saludaba y les ofrecía la petaca, para liar un cigarrillo, de picadura ligada con el cardo gallina de esa época. La petaca volvía casi vacía, pero llevaba repuesto en las alforjas del caballo.
También recuerdo la manera de apagar el cigarro a caballo de mi padre, en la mano ponía una saliva y en esta lo apagaba, luego lo deshacía entre los dedos y no quedaba nada de este, ya en aquellos tiempos miraban por la seguridad del campo y la ecología.
Saludos de Gabriel.